“Las prácticas lectoras constituyen un acto significativo y social, y el foco está en entender el libro como una herramienta que permite acceder a nuevo conocimiento, incrementar el pensamiento y conectar con las emociones”, enfatizó la académica.
El Día Internacional del Libro se conmemora cada 23 de abril a nivel mundial. Dicha fecha, busca fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la identidad intelectual a través del derecho de autor. En nuestro país, un estudio de la Universidad de Chile realizado en 2019 mostró que sólo un 50% de los chilenos reconocía leer regularmente, mientras que la otra mitad no tiene el hábito, exhibiendo así el bajo interés por leer.
La Dra. Paola Domínguez, docente de la Facultad de Educación de nuestra Universidad y especialista en iniciación a la lectura y escritura en la carrera de Educación Parvularia, abordó las diferentes razones del bajo interés junto a los desafíos y brechas en la lectura. Además, entregó diferentes herramientas para fomentar desde la niñez el hábito de leer.
Según la académica, a pesar de la existencia de políticas públicas que buscan incentivar la lectura y el desarrollo de la comprensión lectora, no hay una cultura de libros en los chilenos. Situación que podría mejorar al generar interés desde la primera infancia mediante prácticas letradas, “estas son instancias de interacción entre un niño y un libro, mediado por otro, ya sea papá o mamá en el contexto familiar”, comentó.
¿Cómo fomentar el hábito de leer?
Desde la Educación Parvularia, se insiste que los papás no sólo les lean a sus hijos, sino que en el acto de la lectura, hablen sobre lo escrito con ellos. Es decir, una vez finalizado el acto de lectura, comentar deliberadamente sobre el texto para que la participación e interacción directa permita motivar a los niños y niñas en la lectura.
Para incentivar la lectura, la Dra. Paola Domínguez indica que el acto del aprendizaje se debe dar en un contexto que desarrolle las habilidades de codificación acompañado de prácticas auténticas, “los niños y niñas deben comprender que leen para algo, que sepan que esos libros y textos, que están leyendo, no solamente tienen un sentido de decodificación, sino que es un acto de construcción de conocimientos”, afirmó.
Implementar un modelo de lectura, significa crear un ambiente gratificante y cómodo para leer, convirtiéndose así en una práctica social y cotidiana para el individuo. El ambiente familiar y escolar son fundamentales para que los niños y niñas desarrollen una serie de conocimientos que están a la base de dicho aprendizaje.
La Dra. Paola Domínguez enfatizó que las prácticas lectoras constituyen un acto significativo y social, además indicó que el foco está en entender el libro como una herramienta, “este permite acceder a nuevo conocimiento, incrementar el pensamiento y conectar con las emociones”, enfatizó la académica.
En 2018, el Ministerio de Educación informó que unos 158 mil niños y niñas de todo el sistema escolar, en promedio, terminan Primero Básico y pasan al siguiente curso sin un nivel adecuado de lectura para su edad o, incluso, sin saber leer. Según la Dra. Paola Domínguez, las prácticas escolares deben replicar la idea que detrás de la lectura hay una actividad satisfactoria y placentera que permite acceder a un objetivo.
Las escuelas han avanzado en la dotación de material, pero el desafío se encuentra en cómo ayudar a los niños y niñas a generar el hábito de la lectura, y que no lo vean como una obligación, “por eso es importante tener profesores y profesoras que demuestren que disfrutan la lectura, junto con una selección de textos pertinentes a la edad y contextos de los niños y niñas”, comentó la docente.
Desafíos educativos y brechas en la lectura
Las clases online por la pandemia presentan un desafío en la enseñanza de modalidad sincrónica y asincrónica, “yo creo que, en este contexto de encierro, se puede aprovechar más el poder de los libros, combatir el aislamiento, reforzar lazos, ampliar el horizonte, eso es super potente respecto de lo que hoy la lectura nos plantea”, indicó.
La Dra. Paola Domínguez planteó que, entre las brechas de la lectura, existe una socioeconómica relacionada con la posibilidad de acceso a libros, junto a una brecha cultural, debido a que muchas personas no tienen internalizado el valor, poder y práctica en torno a la lectura.
Además, indicó que hay una brecha de distancia entre las expectativas de padres y escuelas, respecto de que es necesario que aprendan los menores. “Falta mucha información de cómo alfabetizar a las familias en términos de que es relevante que los niños y niñas aprendan, los criterios de selección, variedad y uso de los libros”, comentó.
Entre los recursos de aprendizaje, se vuelve relevante ofrecer posibilidades de lectura a través de audiolibros, libros digitales interactivos, por nombrar algunos. Servicios que se pueden ofrecer y poner a disposición de los estudiantes desde la virtualidad.
Tanto en el hogar como en las escuelas, la Dra. Paola Domínguez enfatizó en aprovechar y optimizar los momentos de vinculación con la lectura, “resaltar los aspectos de interés en los niños y niñas, que ellos hablen sobre lo que comprendieron, lo que sintieron generando conversaciones y conocimientos que giran en torno al objetivo”, finalizó.