FUENTE: Diario Talca
La educación tiene desafíos titánicos en el nuevo Chile que estamos construyendo. “Resignificar la educación…”, de Rosse Marie Vallejos, Marcela Palma y Angélica Corrales es un análisis de lo que puede aportar.
Las imágenes por televisión de la reciente celebración del primer matrimonio igualita-rio en Chile, que fue aprobado el pasado 9 de diciembre de 2021, tras cuatro años de tramitación en el Congreso, muestran un radical cambio en la sociedad chilena. Se modificará el lenguaje de la institución, dándole un carácter igualitario, superando la distinción sexuada de los miembros de la unión matrimonial, reemplazando términos como “el marido” y “la mujer” por el de cónyuges. Con esta ley se modifica la referencia
a “los padres”, utilizándose en su reemplazo la expresión “progenitores”. Se entenderán como tales a su madre y / o padre, sus dos madres o sus dos padres.
Esta nueva realidad implica un gran desafío para la educación. Diario Talca conversó con Rosse Marie Vallejos Gómez, que junto a Marcela Palma Troncoso y Angélica Corrales Huenul, acaban de publicar “Resignificar la educación desde una perspectiva de género” (Ediciones RIL, 2022), que nos permite comprender la relevancia de la educación en este profundo proceso de cambios.
Rosse Marie, la vigencia del matrimonio igualitario en Chile es un cambio radical en la sociedad chilena. ¿Qué desafíos implica para la educación?
“Para la educación implica adaptarnos, respetar y promover el respeto a nuevas formas de familia, sin juzgarla desde los estereotipos clásicos de familia o desde las concepciones que cada uno tiene. En lo operativo, esto implica incorporar en los saberes y las propias prácticas la diversidad”.
¿Algo que no sucede?
“Hasta ahora se invisibiliza, adaptamos el currículo, las prácticas de enseñanza, el uso del lenguaje en el espacio áulico, entre otros aspectos, desde lo heteronormativo”.
Resignificar la educación nos permite afianzar la mirada desde una perspectiva de género. ¿Cómo surge este esfuerzo desde la academia?
“Es un esfuerzo colectivo que surge a partir de la interpelación de los movimientos feministas liderados por nuestras estudiantes y en atención a los temas emergentes de una sociedad que también nos invita y confronta a asumir la tarea de vincularnos, por una parte, pero de responder a los desafíos que los nuevos tiempos traen consigo, por otra. Desde lo que nos compete: la enseñanza, investigación y formación del profesorado, creemos que el núcleo central de esos desafíos tiene que ver también con la humanización de los procesos educacionales, en todo ámbito, en el sentido especial de poner la técnica al servicio del ser humano, incorporando todo aquello que trastoca las sensibilidades que confluyen en educación y, particularmente, en la formación inicial del profesorado. Representa las voces de todas y todos y es un llamado a re-orientar el sentido de la formación, tanto inicial como continua, del profesorado en esta perspectiva que, como decía, visibilice a la mujer, a la disidencia, a la diversidad sexual, como sujetos de derecho, presentes en espacios co-habitados por cuerpos sexuados, cuestión que hasta ahora ha sido trastocado, invisibilizado o violentado. Tanto profesores como profesores en formación coinciden en la importancia de abordar la educación desde esta perspectiva; no obstante, también coinciden en que no saben cómo hacerlo pues su formación inicial carece de herramientas para abordarla o, incluso, prevenir o intervenir en actos de discriminación o violencia de género en el aula”.
¿Hacia dónde apunta la educación actual y sus desafíos?
“Desde los griegos, base fundamental de la educación actual, se vienen planteando los para qué, hacia dónde, cómo, entre otras cuestiones, que nos permitan entender los giros que va teniendo la educación y hacia donde apuntan. En particular hoy, me atrevo a sostener que, y tras los movimientos sociales, la pandemia y el movimiento feminista que ha tensionado las concepciones heteronormativas de la sociedad, la educación debería mirar al ser humano como sujeto libre y complejo y, desde allí, abordar los procesos desde lo socio-emocional, el pensamiento complejo, la educación sexual integral, que más que desafío es una tarea pendiente, sobre todo en el reconocimiento de la diversidad del otro como un legítimo otro. Esto va de la mano con lo que las propias bases curriculares plantean en el sentido que toda educación debe contribuir al desarrollo integral de las personas en sus distintas dimensiones, por ejemplo la ética, la afectiva, la intelectual, la artística, la física, esto mediante la transmisión de valores, conocimientos y destrezas”.
Si la educación es uno de los ámbitos privilegiados de la reproducción de las relaciones de desigualdad como uno de los ámbitos potenciales de su interrupción. ¿Cómo desatar estos nudos?
“La educación como subsistema reproduce en muchos casos las desigualdades que están en nuestra sociedad. por ello la importancia de mirar con ojos críticos lo que en ella sucede. No existen recetas de cómo romper con esa suerte de reproduccionismo, pero es importante visibilizar, discutir en las comunidades, con altura de miras, el aporte que desde la escuela podemos hacer para prevenir la discriminación y la violencia en razón del género, que son las formas en las que esas desigualdades se expresan”.
Profesores para el cambio ¿Qué profesores necesitamos para hacer los grandes cambios?
“Profesores comprometidos con las exigencias de una educación inclusiva, no sexista, abierta a todos y todas; profesores con herramientas que le permitan realizar su trabajo pedagógico con ese enfoque, pero también necesitamos que la escuela, como centro educativo se comprometa con la inclusión. No es sólo responsabilidad del profesorado. Necesitamos una formación docente, inicial y continua, que vayan permitiendo que los docentes vayan reflexionando sobre sus prácticas, con el fin de mejorarlas. Se requiere que el sistema educativo tome esta bandera de lucha de profundos cambios y la promueva en cada una de las comunidades y las aulas”.
¿Están calificados los que entrega actualmente el sistema educacional?
“Le quiero ser sincera, entiendo hacia donde apunta esta pregunta, pero me incomoda, como profesora de filosofía de formación y como formadora de formadores, porque reconozco la potencialidad intelectual, moral y el compromiso que históricamente han tenido mis colegas, y que ha sostenido al sistema. Creo que el profesorado destacada y califica con creces para lograr los cambios que la sociedad necesita y que la educación impulsa, esto lo hemos corroborado en el trabajo que llevamos con nuestros colegas del sistema a partir de las investigaciones colegiadas, el levantamiento de datos o a partir de la colaboración con la formación de nuestros propios estudiantes Ahora, mi pregunta retórica es ¿está el sistema, las autoridades, calificadas para impulsar y sostener los cambios que la educación y el país necesita apoyando el trabajo que impulsan mis colegas desde las aulas?”.
¿Qué rol le asigna a la escuela para afianzar los cambios?
“El cambio más importante es estructural, tenemos una deuda en torno a una educación sexual integral, pero no aquella enseñanza de la educación sexual a través de un currículum explícito en donde siguen prevaleciendo, desde un enfoque “tradicional” hegemónico, los dos grandes modelos imperantes: el biologicista o bio-médico, por una parte, y moralizante por otra, sino que desarrolle saberes y reconocimiento de los distintos ámbitos: ético, moral, sicológico, entre otros. Hoy existe una mirada reduccionista y ultraconservadora de lo que implica la educación sexual integral. En esto, la escuela tiene mucho que decir y hacer porque lidera los procesos y las demandas desde las necesidades de sus realidades y contextos”.
¿Cómo se reproduce la desigualdad de género en las escuelas?
“En nuestra sociedad ha imperado una cultura patriarcal, reflejada en las familias y reproducida la conducta de los hijas e hijas en los centros educativos. En la escuela se manifiestan, por ejemplo, a través de los estereotipos y actitudes sexistas, el uso del lenguaje, de los espacios, incluso en las actividades y desafíos cognitivos que planteamos a mujeres y hombres tienen una marcada diferencia, por ejemplo a las niñas se les plantean cuestiones de orden más memorístico mientras que a los niños otras consideradas más racionales o reflexivas. El desafío de la educación y, en específico, del profesorado es el incorporar en sus prácticas pedagógicas estrategias inclusivas, reconocer las significaciones que se producen, reproducen, en los procesos escolares de creación, transmisión y apropiación de los distintos saberes que circulan”.
El movimiento feminista del 2018, ¿tuvo alguna repercusión en la enseñanza?
“El movimiento feminista del año 2018 más que cambios en la enseñanza permitió visibilizar las demandas por una educación no sexista y demandas en general. Invita a ser críticos con los estereotipos y la violencia de género; tomar un rol activo al profesorado, futuro profesorado y también a la academia”.
La importancia del currículum
“Históricamente se les ha asignado a los sistemas educativos de alcance nacional la introducción, a los recién llegados al mundo. Esta introducción supone, a su vez, la producción de determinadas subjetividades que condicionarían el estar en el mundo”, precisa con lucidez la filósofa Hanna Arendt. “Resignificar la educación desde una perspectiva de género” muestra la responsabilidad que tiene la educación en este proceso y cómo la escuela, el profesorado, una nueva concepción de currículo pueden marcar la diferencia. Rosse Marie es doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de la Plata, Argentina. Actualmente es investigadora y docente en la Universidad de Concepción. Entre sus libros destacamos “Pensar, dialogar y reflexionar juntos desde la filosofía” (RIL Ediciones, 2018), que escribió junto a Oscar Nail.
¿Cómo incorporar en el currículum de la formación de profesores la educación en igualdad?
“Ese es un gran tema. No se trata de incluir sólo una asignatura, que es un error que se comete muy a menudo, se trata de incluir de forma transversal la educación para la justicia social. Cuando hablamos de igualdad, no discriminación, hablamos de una educación cuyo fin es promover la justicia social. Esta perspectiva, es importante incluirla, desde lo curricular, pero insisto, como una visión transversal en la formación docente. El currículo escolar ha transmitido unos modelos de masculinidad y feminidad jerarquizados que varían en función de la clase social y el momento histórico. Ha existido un pensamiento androcéntrico en el currículo a lo largo de la historia”.
¿Qué se entiende por currículum oculto y cómo puede entrampar los cambios en educación?
“En la escuela se aprende una serie de conocimientos que se establecen en documentos oficiales, tales como matemáticas, filosofía, historia, en fin, pero hay otro tipo de conocimientos que no aparecen en dichos documentos oficiales y que se adquieren en la interacción entre el estudiantado o con el profesorado incluso los apoderados, ya sea en las aulas o en los recreos, informalmente. Estos saberes hoy también configuran lo que se entiende por currículo. Lo escrito es lo que entendemos por currículo oficial o prescrito y es donde se expone un acuerdo social sobre los saberes que se debe enseñar; por otro lado, si pensamos en este currículo que no se enseña, con aspectos más amplios relativo a lo que se enseña y se aprende en las aulas podemos también reflexionar sobre muchas otras cosas que pasan en el día a día y que son importantes y que a veces, querámoslo o no, pueden ser más importantes que lo que dice el currículo escrito sobre lo que hay que enseñar. Se me viene a la mente, por ejemplo, Tomas Tadeu Da SIlva quien sostiene, por ejemplo, que cuando hablamos de currículo lo reducimos solo en conocimiento, olvidándonos de que dicho conocimiento está inexorable, central y vitalmente involucrado con aquello que somos, con nuestra identidad y con nuestra subjetividad. Respecto al segundo currículo descrito inicialmente, el currículo oculto, este hace referencia a las normas y valores enseñados en la escuela de manera implícita, sin que sean parte de los fines, objetivos o contenidos explícitamente en lo prescrito. Pero también nos encontramos con el currículum oculto en materia de género, el cual emana de modelos y valores culturales, que son aprendidos y transmitidos de una forma no deliberada. Estas concepciones afectan en el desarrollo de niños y niñas, marcando actitudes, conductas y destrezas culturalmente asimétricas, y de esa manera se entrampan los cambios o avances en educación, en particular, en materias de igualdad, no discriminación”.
¿Cómo la filosofía puede afianzar un currículo para fortalecer una sociedad abierta?
“La filosofía constituye un espacio privilegiado para plantear preguntas y problemas así como para promover la búsqueda de respuestas en torno a los temas de género, poder, violencia, cultura, sexualidad, cuerpo, entre otros. Lo anterior no implica que en su enseñanza no caigamos en prácticas sexistas y androcéntricas, incluso en este espacio privilegiado tenemos desafíos. Ahora, su presencia en el currículo es una oportunidad para abordar de manera transversal, y consecuente, desde sus distintas disciplinas que aportan al trabajo en otras áreas”.